Después de las elecciones generales donde las expectativas de formar nuevo gobierno están muy crudas y pendientes de un hilo y con la espada de Damócles pendiente de la celebración de nuevos comicios, tenemos que fijarnos en nuestro País Valencià.
Ya en esta web se ha escrito con contundencia lo que supone la entrada de la extrema derecha en los distintos gobiernos municipales que son los que han empezado a andar y luego iremos viendo lo que vendrá en Les Corts.
Hubo una pintada en tiempos de la transición que decía “Rojos, sois como los piojos, pocos pero molestosos”. Ahora se han vuelto las ternas y los pocos ultras que componen los diferentes gobiernos municipales ya han empezado a alborotar el gallinero. Por supuesto, con el beneplácito del PP, que por si alguien lo duda, son todos de la misma cuerda. Lo que pasa es que quedaría muy mal que encima actuaran como lo están haciendo los ultras, pero quedan retratados al consentir semejantes barbaridades.
Como bien decía el artículo de Evarist, lo primero que les interesa, y por eso han empezado ya, es atacar a la cultura en general. Parece ser, que es muy importante para la convivencia de los ciudadanos, el cambiar el logotipo de Castelló por el de Castellón. Retirar las suscripciones de las revistas escritas en catalán en Borriana (por cierto, veremos lo que tardan en cambiarla por Burriana), aunque tras varias semanas han vuelto a estar presentes y el cambio de nombre al auditorio de Torrent por llevar el nombre del cofundador del Grup Al Tall.
En estos momentos de ataques constantes, no solo a la cultura sino a la aplicación de la censura en general, es importante la presión de la ciudadanía para conseguir frenar estos aires de prepotencia.
Lo negativo y desagradable es ver como los partidos de la llamada izquierda, que deberían conducir a la ciudadanía en su lucha por no perder las LIBERTADES (en mayúsculas) conseguidas, se entretengan en peleas internas y solo con el objetivo de conservar o conseguir la poltrona correspondiente. Pasan de representar los anhelos de la ciudadanía a las aspiraciones personales. Y si es cierto aquello del divide y vencerás, no hace falta que las derechas se encarguen de ello, pues ellos solitos se bastarán. ¿No se han enterado todavía que lo primero es la unión y luego los matices? Pues parece que no.
Que desgracia, señor. Nosotros los carlistas siempre hemos defendido que los representantes en democracia no tienen que medrar, sino servir. Es vergonzoso como haya pueblos que el montante de las remuneraciones a sus concejales se lleve el 70% del presupuesto municipal. O como los señores diputados de la Diputación de Castellon en una hora, que han durado dos sesiones del pleno, los señores diputados han cobrado 900€. Toda una desvergüenza con los vientos que corren.
Y precisamente para que no haya nadie que se lo tome como medio de vida los cargos públicos deberían ser limitados en el tiempo, porque lo importante no es lo que fulano o sótano dice, sino que dice lo que le manda la ciudadanía que diga y para eso no hace falta ser ni fulano ni mengano. Y además si ese representante no cumple con lo que representa, se le aparta y se nombra a otro, sin esperar a nuevas elecciones.
Total, no es que el mar este bravo y dificulta la llegada a puerto es que los navíos están carcomidos y así ni con un mar en calma se asegura el poder llegar.