De vergüenza

Esta sociedad de consumo actual está acostumbrada al usar y tirar. Y lo utiliza para todo. Las jóvenes generaciones actuales han sido educadas a tenerlo todo a su alcance, sin apenas sacrificios, porque ya se han preocupado sus padres en darles todo el que en teoría les faltó en su juventud. Es tal la cultura del sin esfuerzo, que muchos de estos jóvenes se acostumbran a no luchar por aquello que ven que les falta y no pueden conseguir, como el trabajo decente o la seguridad en su futuro. Esperan que sean otros los que les solucionen sus problemas, casi siempre vitales.

Las generaciones que están en pleno auge de su vida laboral, como ya lucharon por su bienestar, ahora creen que son sus hijos los que tienen que hacerlo para ganarse ese futuro que tienen tan incierto. Sin pensar que ellos tienen parte de la culpa, por no educarlos con ese espíritu de lucha en sus reivindicaciones.

Todo esto nos lleva a entender que la sociedad del bienestar consiste en no tener ningún problema y que el que molesta o se aparta o se le echa.

Y aquí entran las generaciones maduras, aquellas que acaban de jubilarse o llevan ya años en esta situación. A estos mayores que no sirven ni para contar aventuras, porque a nadie les interesan, (esto es perder el tiempo y es mes “instructivo” leer el que se comenta por internet), a esos mayores se los olvida y casi diríamos que se les desprecia. Porque ¿para que sirven? Si viven con los hijos son un estorbo, si lo hacen en una residencia, qué rollo tener que ir a visitarlos y si viven solos, nadie se racuerda de ellos.

Por supuesto que es una visión catastrófica y no del todo real, pero se da y mucho y lo peor es que cada día va a más.

Por estos lares había tiempos atrás un regidor de urbanismo que diseñó (fue una propuesta solo suya), que una avenida en construcción acabara en una curva en ángulo recto. El motivo: que por narices todo el mundo iría a la velocidad de 40 km/h. Por supuesto que lo consiguió, pero fue a expensas de muchos accidentes: gente que se salía de la calzada y se estrellaba, con varios muertos por eso.

Parece que ese ejemplo todavía sirve. La Administración ha conseguido por medio de la Pandemia que las atenciones a los ciudadanos sea por cita previa. Esta se consigue por internet o por teléfono. Son innumerables los ciudadanos de cualquier edad que no consiguen poder acceder a la cita por teléfono, nadie lo coge. Y si es por internet la cosa tampoco es sencilla.

Que se espera de esa gente ya mayor que no sabe ni se aclara en internet, que no entiende las actuales grabaciones robotizado del teléfono por la que si quieres no se que, marque el 1, si quiere lo otro marque el 2, que si no quiere el 3, etc. Si para un avezado ya le cuesta retener el tipo de número a marcar según lo que necesite, ¿qué le pasará a una persona mayor?. Y si esa persona mayor que no se aclara, decide presentarse en el departamento al cual quiere acudir, se le recrimina porque tiene que pedir cita con antelación y si no sabe incluso le entregan un papel a rellenar para poder hacerlo. Un papel, el de la Administración, que a veces solo lo entiende un especialista.

La Administración tiene de pensar que somos todos unos vagos y por eso se habrá dicho: ahora verán estos.

No negamos la modernización de la Administración, entendemos que se gana tiempo, que con esto, se es más transparente, pero por favor que todavía hay gente que le cuesta o que queriendo no puede. Por qué no se crea o se mantiene un servicio de asesoramiento o acompañamiento para aquel que no dispone de los medios o no los sabe utilizar?

Mal ejemplo se ha tomado de los bancos. Fueron los primeros en obligar a que utilizáramos los cajeros para todo, castigando con comisiones a aquellos que no lo hicieran. En fin, han querido y nos han hecho pasar por su tubo, por cierto muy estrecho. ¿Y qué hacemos con los mayores? Porque después de toda una vida trabajando y haciendo grande un país, ahora se les ignora de la forma más absoluta, tanto por unos como por otros.

Esta no es la sociedad que queremos, no puede haber todo este tipo de injusticias, que se enmarque en una democracia. Señores a esto no le podemos decir democracia. La democracia no solo es el nombre, es su desarrollo y el que cualquier individuo se sienta libre y realizado, sin vínculos ni faltas de respeto. Se está en democracia cuando se convive con los que están dando el callo y los que lo estuvieron, en total igualdad de oportunidades. Esto para empezar.

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