Cuando algo que interesa no lo vemos desarrollado cerca de nosotros, solemos decir que es una utopía.
Por eso cuando se habla de Autogestión, en el desarrollo de nuestra vida cotidiana, participando y siendo primeros actores de todo aquello que nos afecta y condiciona, lo vemos como algo difícil de alcanzar. Máxime cuando en estos tiempos que corren, lo que prima es el egoísmo y la cultura del pasotismo.
Sin embargo, van surgiendo agrupaciones de gente mayor que, una vez alcanzada la jubilación, empiezan a disfrutar de las atenciones y cuidados de personas especializadas, tal cual lo harían las típicas residencias de mayores, con la diferencia que mientras que éstas persiguen en primer lugar objetivos económicos y luego la atención de sus clientes, las citadas agrupaciones lo único que persiguen es debatir y poner en práctica las necesidades emanadas de sus asambleas.
Porque de eso se trata. Son los propios asociados los que deciden que, cuando y como se deben realizar sus proyectos y el alcance económico que ello pueda repercutir entre sus miembros.
Es curioso que haya gente que salvando sus egos, sus manías y sus prioridades se una con otros con diferentes visiones y objetivos, con el fin de conseguir una convivencia que les beneficie a todos. Y eso es lo que, por lo difícil que creemos que ello pueda parecer, pensemos que es un objetivo utópico.
Y sin embargo están aplicando una Autogestión en toda regla. Nadie les dice lo que tienen o deben hacer, son solo ellos los que deciden su devenir y su bienestar.
También es cierto que en principio no todos pueden acceder a este tipo de asociaciones por el tema económico que ello trae consigo. Pero esto no es lo que ahora debatimos, sino el hecho de que la Autogestión no es ya una utopía, sino toda una realidad.
Por lo tanto, si se puede practicar la Autogestión.
La Autogestión, ya no es una utopía.