Joan Fuster y el Carlismo

En 1955, acababa de entrar en el partido, tuve la primera referencia a Fuster, o mejor a su padre, a su familia. Se me entregó un folleto en el que figuraba una fotografía que ilustraba la visita a su casa en Sueca de Don Javier de Borbón Parma con motivo del tour que el entonces Regente había realizado en 1951 a diversas localidades y lugares emblemáticos o sugerentes de la antigua geografía carlista del País Valencià, al igual que en 1958 haría a otros espacios significativos como la tumba en Valls, Catalunya, de  Tomás Caylà máximo teórico carlista del confederalismo autodetermista defendido por el Carlismo. Años mas tarde también yo fui a Sueca.

Acudir por Don Javier a la casa de Fuster acreditaba la importancia de aquel Jefe Comarcal carlista, persona querida y admirada no solo por el partido sino por toda la población suecana. De profesión santero, con una adscripción política y confesional nunca desmentida ni disimulada en ningún tiempo incluso las autoridades del Frente Popular confiarían en él hasta el punto de encomendarle hacia el final de la guerra del 36 la ocultación y preservación del gran lienzo de la matrona republicana que presidía el Ayuntamiento de la localidad.

De tales antecedentes se nutrió su único hijo Joan, cuyo centenario se recuerda este año. Pero Joan disponía de una capacidad intelectual que no podía encontrar sitio en el Carlismo reaccionario controlado por el tradicionalismo/integrista aún inmerso en el partido tras su infiltración a partir de 1931.

Al igual que la corta intelectualidad “valencianista-progresista” de los años 50 del pasado siglo  Joan Fuster solo dispondría como espacio útil de intercambio y expresión intelectual algún café de la capital. Ahí mantendría tertulias semanales y podría relacionarse con el entonces escaso  ámbito de la cultura  valenciana. Pronto cultivó el ensayo en labor de reflexión y construcción intelectual como fundamento básico de un inicial valencianismo participativo del amplio catalanismo intelectual/político renacido en aquel tiempo, necesaria base para un encuentro con la buscada reconstrucción nacional de los países de la vertiente mediterránea del estado.

Pero aquel Fuster no tenía nada que intelectualmente le relacionase con el Carlismo, aunque mas bien no se debería utilizar tal calificativo porque lo existente aquel tiempo seguía siendo tradicionalismo reaccionario que solo conservaba del veterano partido algunos signos externos materiales de su historia. En julio de 1966 dos entonces miembros del Partido Carlista, movidos  especialmente por el acicate de conocer al hijo de un carlista que se expresaba con respeto al partido en sus referencias escritas  fuimos a conocer al autor de “Nosaltres els valencians”, obra ya entonces básica para entender la razón de ser valenciana. Fuster desbrozaba en sus escritos la costra reaccionaria y encasillaba el carlismo entre los movimientos de insurgencia en la trayectoria social y política valencianas; era importante iniciar una relación con tal intelectual. Nos recibió con curiosidad anecdótica, pero pronto apreció que el carlismo que mostrábamos era muy diferente al amarillo en el que su padre había tenido que desarrollar su jefatura comarcal, y ello removió sus raíces obteniéndose varios frutos: concedió una amplia entrevista en el entonces diario carlista “El Pensamiento Navarro”, posibilitó la participación en la “Gran Enciclopedia Catalana” donde se destacó que el Carlismo estuvo en oposición “a la politica centralitzadora i uniformadora dels Borbons”  o que, también el Carlismo en su tendencia autonomista culminaría “en la participació al moviment de Solidaritat Catalana (1906)”; igualmente se colaboró en “Tele estel”, y  en otros espacios: revista “Gorg”, o la editorial “3 i 4” de “Acciò Cultural del País Valencià” con publicación de “Carlisme i Autonomía al País Valencià”, entidad que en 1984 ofrecería un homenaje a Carles Vilar en el Circulo Carlista de Vila-real.

Joan Fuster moriría en 1992 no sin antes disfrutar del “homenaje” de la reacción centralista fascista con dos atentados con bomba. En 1982, falleciò su padre, el veterano, respetado y admirado Jefe Comarcal Carlista de Sueca y nadie de la dirección del carlismo (tradicionalismo reaccionario) valenciano acudió al sepelio provocando en Fuster una indignada denuncia de tan incalificable (aunque si muy calificable) proceder escribiendo en “La Vanguardia”: “Cuando le enterramos, sus correligionarios no se atrevieron a ponerse la boina roja. Quizá ya me tenían miedo. Pero me dió mucha pena. El difunto se merecía un Oriamendi de charanga”. Aquellos tradicionalistas hacía tiempo que estaban alineados en frente común ideológico con Fraga que en marzo de 1983 glosaba en Valencia la identidad valenciana “a partir de su espíritu fallero”: ardan decía “los ´ninots´ de falla de los que han engañado y no han sabido ser valencianos”. Se mantenía la identidad ideológica entre el reaccionarismo tradicionalista de boina roja valenciano y el antiguo ministro del Montejurra 76.    E. O.

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