Empieza la cruzada de VOX que, junto al PP quieren seguir con la iniciada en su día por Felipe V con el Decreto de Nueva Planta. Vamos se trata de que, poco a poco, pasito a pasito, se vaya imponiendo el castellano sobre todas las demás lenguas nativas de las Españas.
Las derechas con la AP primero y ahora con el PP, siempre han instigado para centralizar el poder, la cultura y hasta las efemérides del tipo que sean. Todo por su “sano” principio, de que el poder centralizado se controla mucho mejor que el dispersado, por no decir que siempre se han considerado dueños de la finca España y no aceptan compartirla con nadie más.
¿Y que es lo más fácil de atacar para conseguir esos objetivos?, pues centrarse en la cultura general y en las lenguas diferentes al idioma del imperio, que ellos solos pregonan.
Así vemos como en pueblos pequeños, de la Comunidad Foral de Navarra entre sus habitantes se habla el euskera pero cambian de inmediato al castellano cuando detectan la presencia de un forastero. Y lo mismo pasa en pueblos de Aragón, de la comarca del Matarraña que ocurre lo mismo cuando están hablando entre ellos en catalán. El miedo al “que dirán” o que no es lo correcto, es lo que les hace actuar de esa manera. Esta batalla librada durante el franquismo, ya la han ganado.
El casamiento entre el PP y VOX está retomando esta cruzada y así estamos viendo los estragos que están realizando en Baleares contra el catalán. Lo mismo en Aragón que están cortando de raíz, no ya las expresiones en catalán sino las diferentes formas de habla de los pueblos aragoneses, anteriores a la entronización del castellano.
En el País Valencià, se empezó por querer eliminar de una Biblioteca municipal libros en catalán, a cambiar de nombre ciudades (como València y Castelló y el auditorio de Torrent, todos con nombres en catalán), para pasar a la siguiente fase de preservar los pueblos castellano-parlantes para que no se den clases en valenciano.
Que a un pueblo de cultura castellana se le exija que se hable en valenciano o alemán, no es correcto, porque por encima de eso está la propia cultura de ese colectivo. Ahora, lo que sí se debe potenciar es el conocimiento de la lengua que se habla en el territorio donde está enclavado. Porque si no, ¿por qué se propicia el conocimiento del ingles por poner un ejemplo? Aunque la respuesta banal es que el valenciano no sirve para nada y el inglés sí. Pues no olvidemos que además de servirnos de herramientas para convivir también necesitamos de ellas para sentir. Y la cultura es sentimiento.
Pero este matrimonio ha dado un paso más. Han considerado que Alicante es castellano-parlante y como tal no se va a impartir el valenciano en las aulas, ni por supuesto en centros oficiales y de seguir así, ni en los bares.
Como no podía ser de otra manera las entidades culturales y académicas alicantinas han puesto el grito en el cielo, ya que consideran que es una forma de disgregar el territorio. Vamos que a la larga, van a conseguir que no se consideren valencianos.
Esta es la política en general que están aplicando los nuevos rectores valencianos, olvidándose de momento en solucionar los auténticos problemas de la gente.
¡¡¡Que País!!!